
Alfredo es un poco más joven que Elsa y siempre fue un hombre de bien que cumplió con su deber. Al quedar viudo, desconcertado y angustiado por la ausencia de su mujer, su hija le insta a mudarse a un apartamento más pequeño donde conoce a Elsa. A partir de este momento, todo se transforma. Elsa irrumpe en su vida como un torbellino dispuesta a demostrarle que el tiempo que le queda de vida - mucho o poco - es precioso y puede disfrutarlo como le plazca.
Fred se deja llevar por el vértigo de Elsa; por su juventud; por su intrepidez; por su hermosa locura. Es así como Alfredo (o Fred como le llama Elsa), aprende a vivir.